Joel Spolsky comenta un post de Dimitri Zimini sobre los retrasos que puede suponer sobre un proyecto el sacar al programador del mismo, y hacerle perder toda relación con el mismo, para volver atrás a otro proyecto de hace meses.
Los programadores necesitamos concentrarnos en lo que estamos haciendo. Algunos lo conseguimos aislándonos del exterior con unos auriculares, otros simplemente cerrando la puerta de la sala en la que están trabajando, otros ignorando el teléfono. Cada uno tiene su forma de atacar el problema, pero todos necesitamos lo mismo: tranquilidad.
Tranquilidad para lanzarnos a la resolución de un problema, para alcanzar el estado mental en el que todo tu cerebro, toda tu capacidad lógica, todo tu poder de raciocinio está dedicado única y exclusivamente a una cosa: resolver el bug o desarrollar la funcionalidad.
Pero alcanzar ese estado necesita de un proceso de inmersión que no es trivial, ni en tiempo, ni en esfuerzo. Por eso las interrupciones no suelen ser sólo breves cambios de contexto, sino que en realidad suponen la explosión de una burbuja, la burbuja en la que te encuentras, que te aísla de todo lo que no sea tu funcionalidad.
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